El hombre detras del naufrago australiano: tras renunciar a su trabajo aprendio a navegar
Manzanillo – Detras del naufrago australiano que esta semana fue rescatado por un buque atunero a casi 2,000 kilometros de la costa de Mexico tras meses a la deriva, hay un hombre solitario y amante del mar que dos veces intento dar un giro a su vida: primero, al dejar su trabajo en una firma informatica y aprender a navegar; despues, al mudarse a Mexico y lanzarse a cruzar el Pacifico.
La segunda vez algo se torcio.
Timothy Lyndsay Shaddock, de 54 años, compro un pequeño catamaran hace dos años en la turistica ciudad de Puerto Vallarta, en parte porque necesitaba un lugar donde vivir —y la embarcacion tenia “vistas al mar”, bromeo—, pero tambien porque queria navegar por su cuenta hasta la Polinesia francesa.
“Por supuesto, vivir en un barco y navegar en un barco son dos cosas diferentes; eso fue mucho mas que un reto”, reconocio en una entrevista con AP al dia siguiente de regresar a tierra firme, el martes, en el puerto mexicano de Manzanillo, barbudo y flaco pero sin poder dejar de sonreir y lleno de agradecimiento hacia quienes le salvaron la vida.
Comenzo su preparacion para el gran viaje de la unica manera que vio posible para probar el bote y probarse el mismo: navegando. Primero viajes cortos, poco a poco travesias mayores. El lugar elegido fue el Mar de Cortes que separa el Mexico continental del noroeste de la peninsula de Baja California porque tiene tierra firme a ambos lados y es dificil naufragar ahi.
“Aprendes de tu cuerpo, lo que puedes llevar, cuanto puedes dormir… lo que se ha estropeado en la barca, cuanta comida necesitas, cuanta gasolina… y entonces sales de nuevo, ves lo que pasa, lo anotas y te haces mas fuerte en cada viaje”.
Shaddock era consciente de que su margen de tiempo se estrechaba. Tenia claro que necesitaba salir antes de la temporada de huracanes y se acercaba el final de abril. “Era o ahora o no podria permitirme esperar un año mas”.
Cuando se lanzaba al mar nunca sabia si ese seria el inicio del gran viaje o si tendria que volver. Pero “hay un momento en el que te vas y lo mas probable es que ya no te detengas”, explico.
“Recuerdo ese dia muy bien porque cuando alcance el Pacifico, el viento y la corriente me llevaban… y ya no puedes regresar”.
Shaddock queria sentirse solo “ahi fuera, es parte del viaje”. Pero no lo estaba.
Cuando llego a Mexico, en junio de 2020 y en plena pandemia, vivio un año en San Miguel de Allende, una ciudad colonial del centro del pais donde encontro a Bella, una perra callejera marron y negra que ya no quiso separarse de el.
Le seguia a todas partes, incluso cuando se lanzaba al mar o las veces que intento buscar un hogar pensando que el bote no seria lo mas adecuado para ella. “Pero dijo ‘No, quiero ir en ese viaje’” afirma el australiano.
Las primeras semanas navegando, con el viento a favor y el catamaran lleno de provisiones, radio, computadora y hasta croquetas para Bella, Shaddock disfrutaba del mar. No olvida la noche en que dejo de ver la costa a principios de mayo, aunque las fechas le bailan un poco. “Estaba sorprendido de como se movia el bote, se sentia tan bien, navegar bajo la luna en la direccion perfecta”.
A las pocas semanas de viaje llego la tormenta. La corriente cambio de direccion y perdio el control del catamaran. “De repente estas a la deriva, moviendote en circulos, el viento cambiando todo el tiempo, las olas moviendose en muchas direcciones; es hipnotico, como si estuvieras en un remolino, es otro mundo”.
Shaddock observaba el mapa en su computadora. “Cuando ves que vas hacia… atras te das cuenta de que estas en problemas”.
La pesadilla acababa de empezar. La tormenta inutilizo su bote, lo dejo sin aparatos electronicos, sin vela, sin cocina. En otra entrevistas dijo que mantuvo la capacidad de contactar con el exterior via satelital pero no lo hizo. No esta claro por que.
Los dias se convirtieron en una sucesion de jornadas en las que tenia que sacar fuerzas de flaqueza para arreglar todo lo roto, para recoger el agua de la lluvia, para pescar todo lo posible. Le abrumaba pensar que pasaria si al dia siguiente le podia el cansancio mientras constataba que su situacion era cada vez mas critica.
Shaddock dijo que intentaba buscar la felicidad en su interior meditando, lanzandose al agua y, por supuesto, junto a Bella. Su compañera de viaje le animaba a seguir adelante, dijo. Tambien se desahogaba escribiendo. “Trate de grabar en esas maquinas pero… un trozo de papel es mas tangible… no tienes que encenderlo ni es electronico”.
Penso que moriria en esa travesia hasta que el sonido del helicoptero del barco atunero que buscaba cardumenes le vio. Se sintio revivir. El piloto Andres Zamorano, la primera persona con la que hablo y que se volvio su amigo mas cercano, cree que Shaddock se autoimpuso la tarea de cuidar y alimentar a Bella mas que a si mismo y que esa obligacion moral le ayudo a sobrevivir.
Con ella compartia el pescado crudo. Cuando perdio el arpon y se complico pescar, cazaba las aves que se posaban en el bote.
El 12 de julio le rescataron a casi 2,000 kilometros de la costa y en el catamaran desvencijado solo quedaban latas de sardinas y croquetas para Bella, conto Zamorano.
Un Shaddock flaquisimo y una perra casi mas gorda que su dueño, bromeo el piloto, fueron recibidos en la cubierta del Maria Delia con el cariño y solidaridad que el australiano solo atribuye a las gentes del mar. El capitan Óscar Meza le ofrecio los primeros auxilios. Los marineros se encargaron de las llagas en las patas de Bella.
Poco a poco la salud de Shaddock, al principio muy precaria, mejoro con una mejor dieta. “Subia al puente todos los dias a la hora que quisiera y tomabamos un cafecito, platicabamos”, recordo Meza. Mientras, la perra se convirtio en la gran mimada del buque.
El atunero encontro un enorme banco de peces dos dias despues del rescate con el que lleno la bodega y y regreso. “Ver a los delfines cuando tratan de pescar el atun… Sientes su magia, la magia de la libertad, la verdad de por que estamos vivos”, comentaba Shaddock al recordar la escena.
Al pisar tierra firme el martes, se fundio en una abrazo con Antonio Suarez, presidente de la empresa dueña del atunero, un empresario veterano que dijo sentirse impactado por la mirada del australiano: unos ojos azules llenos de vida. Le agasajo con banquetes durante la semana y le adopto como su mas cercano y nuevo amigo. Aun habla cariñosamente de el como “nuestro naufrago”.
Bella desembarco despues de Shaddock con el nuevo dueño que el australiano habia elegido: un sinaloense encargado de la pequeña lancha del barco y gran amante de los animales. “Ella es mas valiente que yo, de eso estoy seguro”, dijo a modo de homenaje de despedida.
Al preguntarle sobre los motivos para separarse de la perra, contesto: “La embajada australiana fue la tomo la decision por mi”. Las leyes para viajar alli con animales y que sean aceptados son muy estrictas.
Feliz y agradecido con sus salvadores, agotado de atender a la prensa o a la gente que le pide fotos y le mira como un milagro viviente, termino la semana intentando encontrar aunque fuera unos minutos para volver a estar solo.
Teoricamente, sus planes son regresar a Australia donde estan sus padres, su hermana y su hija que, segun dijo riendose, quiere venir a Mexico a buscarle y “tal vez” llevarle a casa.