En caos Israel: filas para conseguir pan, agua amarillenta y explosiones que no cesan
Jan Yunis, Franja de Gaza — Se alcanzan a escuchar explosiones desde la pequeña habitacion humeda en la que Azmi Keshawi se refugia junto con su familia en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza. Las explosiones siguen acercandose, comento, y estan dejando muerte y destruccion.
Keshawi, su esposa, sus dos hijos, sus dos hijas y sus pequeños nietos estan tratando de sobrevivir en esa pequeña habitacion.
El ejercito israeli ha bombardeado Gaza sin descanso tras la incursion de Hamas en el sur de Israel hace casi dos semanas y la sensacion de desesperacion de la familia Keshawi es cada vez mayor. La comida se esta acabando e Israel ha bloqueado hasta ahora cualquier entrega de suministros.
La familia no se ha dado un baño en dias debido a que Israel suspendio el suministro de agua y combustible a Gaza. Obtienen agua potable de una escuela de la ONU, donde los trabajadores entregan bidones con agua del acuifero subterraneo de Gaza a las familias desesperadas. Tiene un sabor salado. Las estaciones de desalinizacion dejaron de funcionar cuando se acabo el combustible.
Keshawi hierve el agua y espera lo mejor.
“¿Como diablos el mundo entero simplemente observa y deja que Israel corte el agua?”, dijo molesto Keshawi, de 59 años de edad, un investigador educado en Estados Unidos del International Crisis Group.
Que el mundo este observando, señalo, es lo que mas lo entristece.
En ocasiones hay tantos ataques aereos que no pueden salir a buscar alimento. Pero las reservas de su familia se estan agotando, por lo que trata de conseguir pan cuando puede. El jueves, la fila para obtener una hogaza de pan era caotica y le tomo cinco horas conseguirla. Varias panaderias han sido bombardeadas. Otras han cerrado porque no tienen agua ni electricidad suficiente. Y las autoridades siguen tratando de descifrar la logistica para entregar ayuda humanitaria a Gaza desde Egipto.
Keshawi tiene dinero para comprar comida para sus nietos. Pero casi no hay nada para comprar. Los niños a menudo comen pan duro y beben leche en polvo. Unos cuantos palestinos que tienen granjas de pollos y cuentan con estufas de gas operan cocinas de comida para llevar desde sus viviendas, y le piden a los clientes que esperen durante horas para obtener un plato no muy abundante de arroz y pollo. Keshawi desearia no haber visto el agua que utilizaban para cocinar: un liquido con un desconcertante tono amarillo, procedente de una carreta tirada por un burro. No se lo dijo a su esposa.
“No es momento de ser quisquilloso”, comento desde la casa de un amigo donde busco refugio luego de seguir una orden del ejercito de Israel de evacuar la Ciudad de Gaza. “No sabemos si habra algo disponible mañana”.
El inodoro de la casa esta casi lleno hasta el borde de orina. El agua residual tras lavar los platos la utilizan para descargar el retrete. Sin comida ni agua suficientes, no utilizan mucho el baño.
La noche es lo mas dificil, señalo. Cuando hay bombardeos cerca y las explosiones iluminan el cielo, los adultos reunen la poca voluntad que tienen para calmar a los niños.
“¡Bum!”, gritan y celebran cuando truenan las bombas. Los bebes rien.
Pero los niños mas grandes estan aterrados. Ven las noticias y saben que los bombardeos de Israel han destruido miles de casas y matado a mas de 3,000 palestinos en Gaza hasta ahora, incluidas decenas de personas que se encontraban a apenas a media milla de la casa en la que pensaron que estarian a salvo.
Keshawi dijo que trata de poner buena cara. Pero a menudo, comento, no puede parar de llorar.
“Realmente me esta matando”, dijo. “Realmente me rompe el corazon”.